Me agarró del brazo, (estaba exaltada) encaró hacia la salida y entre empujones y algún que otro pisotón zafamos de la multitud. Al llegar al auto me apoyó sobre la puerta de mi lado y me beso. ¡guau!
¡Qué beso!
Despegó su boca de la mía y mirándome a los ojos dijo “la frase”…
_ No sabes cuánto te deseo… –
– ¡y yo! –
Respondí de una, así, sin pensarlo.
Subimos al auto y partimos.
Al llegar al primer semáforo estiró el brazo y me empezó a acariciar la pierna, convirtiéndolo en un franeleo suscitado (ufff me ponía la piel de gallina).
En un ligero movimiento alcanzó con la punta de los dedos mi vagina, escabulléndose por debajo de la tanga.
La distancia entre su butaca y la mía nos separaba demasiado, complicando un poco su cometido.
Abrí sutilmente las piernas para allanarle el camino. Sus dedos naufragaban como en un mar en creciente. A medida que se deslizaban más abría mis piernas, mi cuerpo estaba rendido y entregado como el más fiel de los sumisos a su amo.
Con oleadas intermitentes desbordando entre espasmos y cuantiosos gemidos sonoros bañe su mano con el fruto del placer recibido.
Luego hundió su mano lo más que pudo juntando los dedos como si quisiera sellarlos, doblándolos hacia arriba los utilizó como una pala recolectora, cosechó así gran parte de mi maravillosa acabada.
Extendió su brazo y lo llevó hasta mi boca, ofreciéndome su mano…
– limpia mis dedos “bebe” ¡vamos! Lámelos que no quede nada –
Sumisa como nunca antes obedecí a sus plegarias.
Lamí uno a uno sus dedos embadurnados con mis jugos.
Satisfecha por lo sucedido se estiro buscando mi boca. Se posó sobre mis labios – esperaba me diese un beso ligero, pero no – me paso la lengua por toda la boca, sin besarme, (me hizo desearla).
Se concentro en el volante y piso el acelerador, se la veía sensualmente muy excitada. Mi cabeza no dejaba de pensar “en lo que me esperaba” mi inexperiencia me aterrorizaba, pero si de algo estaba segura es que: mejor maestra que Guillermina no podría tener…
Lo que resto hasta llegar al departamento fuimos tarareando las canciones que salían de los parlantes.
Al llegar se dirigió directo a la cochera. Entramos al ascensor y tras cerrarse la puerta me avanzó. Me levantó la remera, me corrió el corpiño y me empezó a lamer las tetas con devoción. Mi piel se erizó por completo, se me pusieron duras al instante, sentir su lengua caliente sobre mis pezones fue majestuoso.
El indicador señalaba que habíamos llegado al 4to piso, ella salió detrás de mí, cerró la puerta del ascensor y me agarró la mano, frenándome.
– ¿Preferís ir al tuyo, o al mío? – me preguntó
– al tuyo mejor –
Creo que era la respuesta que esperaba, porque su rostro se lleno de felicidad y me regaló una gran sonrisa.
Llegamos a la puerta de su departamento y mientras intentaba abrir; con la otra mano me acariciaba las nalgas.
La adrenalina corría por mis venas haciendo mi cuerpo estremecer.
Una vez dentro del departamento y tras cerrar la puerta se me tiró encima, apoyo su cuerpo contra el mío y me comió la boca apasionadamente.
Sus manos recorrían todas las partes de mi cuerpo, la sensualidad con la que me tocaba… muy diferente a los chicos con los que he estado. Sus movimientos eran precisos, provocadores, mi cuerpo ardía en deseo. Mi vagina palpitaba húmeda y excitada.
De pronto con sus manos me quitó la remera, desprendió el corpiño y comenzó a besar mis senos, los succionaba y lameteaba con énfasis.
En ese momento me sentía extasiada, no podía creer que eso me estuviera pasando a mí.
Me costaba soltarme, disfrutaba del placer que me provocaba solo con su boca y con sus manos.
– ¡Sácame la remera bebe! – me dijo en un tono meloso.
Apoyé mis manos en su cintura, a la altura del final de la prenda, la tomé desde abajo y con su ayuda alzando los brazos empecé a tirar hacia arriba hasta despojarla de ella.
Sus senos apuntaban hacia mí, firmes, erotizados bajo la tela del corpiño semi-transparente, sensual y delicado, de color marfil.
Su mirada elocuente me guió hacia ellos, como suplicando me deshiciera de él.
Tomé coraje dejando de lado la timidez y se lo desprendí con cuidado.
El contacto de mis dedos con su piel suave me embriagó en un mar de enigmáticas sensaciones…
Exponiendo sus pezones erguidos frente a mis ojos no pude menos que copiar sus pasos y llevar mi boca hacia ellos.
Suave y tímidamente pasé mi lengua por sus pechos, se sentían duros, pero no tanto como cuando mi lengua comenzó a jugar con ellos. No puedo transmitir lo que sentí en ese momento, simplificando la sensación diré que fue “genial”.
Guille me indujo hacia el sillón que teníamos a la derecha frente a nosotras. Me senté en él esperando que ella haga lo mismo, ¡pero no! se quedó parada frente a mí, era la anfitriona, y se manejaba con la libertad que la situación ameritaba.
Se arrodilló y deslizó sus manos estirando sus brazos por los laterales de mis piernas hasta alcanzar la tira de la tanguita, la tomó con fuerza y arrastró de ella hacia abajo, a la vez que Yo soliviaba mi cuerpo para que pudiera sacarla por completo.
Levantó la tanga hasta su nariz y olio inhalando con intensidad con los ojos cerrado como si eso fuera a preservar el olor en su memoria.
Metió la mano en mi entrepierna y ejerciendo algo de presión las hizo abrir hasta donde la mini lo permitía.
Ya la postura de ella enfrente de mí daba morbo por sí sola, pero mucho más excitante fue sentir sus manos arrastrándolas por mis muslos, hasta alcanzar mi vagina. Una vez allí comenzó a jugar con los dedos separando los labios de mi conchita mojada, los movía hacia arriba y hacia abajo rozando a su paso el clítoris, (mmmm me acuerdo aquellas sensaciones y me vuelvo a humedecer).
A esta altura nos ambas estábamos a full, por mi parte me estaba dejando llevar por la calentura, ya nada me importaba, sólo me interesaba gozar de ese momento. Y para demostrarlo yo misma me quite la mini, quedándome totalmente desnuda.
Guille seguía allí abajo, arrodillada en el piso contemplando mi sexo sin quitarme la vista ni un segundo.
De pronto introdujo su cara hasta quedar pegada a mi cavidad vaginal. Desde arriba monitoreaba una vista fabulosa “única”, su cabeza en mi entrepierna y su rojiza cabellera cayendo por su espalda desnuda, su piel dorada por el sol de las tardes de terraza.
¡No podía tener mejor panorama!
Se me hace difícil trasmitirles aquella sensación que tuve al momento que ella metió su lengua en mi vagina, un estremecimiento que me recorrió de pies a cabeza, a la vez que mis pezones también reaccionaron por ello.
Guille comenzó a jugar con su lengua lamiendo la parte inferior de mi vagina, primero lo hizo recorriendo los labios mayores, luego continuó por los labios menores separándolos entre sí, los lamía de manera tal que parecía querérselos devorar, era tan excitante que no podía mantener mi cuerpo estable, me sacudía con cada uno de sus movimientos, despegando mi cola del sillón.
Mis jugos no se hicieron esperar, me sentía chorrear, estaba a punto de tener el tercer orgasmo de lo que iba de la noche cuando su lengua alcanzó las paredes internas de mi vagina, no me pude contener, apoye mis manos en su cabeza aferrándome a ella como queriendo dominar sus lengüeteos, mientras mi cuerpo convulsionado se sumergía en un abismo de incesantes espasmos, ella no dejaba de naufragar, cosechando a su paso todo lo que fluía de mi interior.
(Nunca antes nadie me había hecho acabar tan intensamente como esa primera vez con La Colo.)
– mmm ¡Que rico acabaste mi vida! Tu néctar estaba apetitoso, me tomé hasta la última gota que me regalaste – mientras lo decía salía de mi entrepierna en busca de mi boca, fue el beso más sabroso de todos los que nos habíamos dado hasta entonces.
Había llegado “mi momento” estaba a punto de probar por primera vez una vagina. La curiosidad y excitación me tenían impaciente, el miedo de que mi inexperiencia pudiera truncar la velada me apabullaban.
Pero Guille con una simple sonrisa adivinando mis pensamientos me preguntó:
– ¿me deseas? ¿tenés ganas de comprobar lo mojadita que la tengo por vos? –
– ¡obvio cielo! Pero compréndeme, me da “cosita”–
– ¡mi vida! ¡Que linda que sos! relájate y disfruta de este momento, solo eso, ¿ok? –
“Por sus 32 años imagino que por su cama han pasado muchas otras chicas como yo:
¡Inexpertas!
Y estoy convencida que para ella debe ser “un juego” sumamente magnifico, le debe de dar “esa” cuota de lujuria extra.”
Ella seguía parada semidesnuda delante de mí, alcé el mentón y mirando hacia arriba busqué sus ojos, “esa mirada que atraviesa el alma”, esa que tanto me gusta. Guille me observaba pasándose la lengua por sus labios, ummm verla era “excitante”. De pronto con sus manos se tomó uno de sus pechos y me lo llevó hasta mi boca.
– Cómemela – (se dio cuenta que debía ser ella misma quién diera ese primer paso).
A esa altura había dejado la timidez de lado, acaricie sus brazos, su abdomen, mientras le rodeaba con mi lengua el pezón, se lo empecé a lamer hasta sentir que se endurecía en mi boca, mientras le masajeaba la otra, para luego hacer exactamente lo mismo que con el otro pecho.
Súper excitada pero más segura de mí misma la bese. Sin mencionar palabra desabroché el pantalón y se lo bajé, dejaba su tanga traslucir la humedad de su sexo, le pasé un dedo por sobre su prenda intima hundiendo la tela en su cavidad vaginal y a modo de sarcasmo le pregunte:
– ¿esto es por mí? –
– ¡sí! Pendejita es por y para vos-.
Terminé de sacarle los pantalones rozando casi como sin querer sus nalgas, al hacerlo pude percatarme de su piel erizándose al mínimo contacto con la mía.
Levantó sus pies y se los quito por completo, se quedó tan solo con la bombachita puesta. Su rostro se veía extasiado, casi desdibujado por el frenesí de lo que acontecería.
De repente buscó mi mano y tirando de ella me separó del sillón, llevándome hasta la habitación. Nos subimos a la cama y se me tiró encima. Me comenzó a dar besos por todo el cuerpo, arrancó besando y lamiendo mis pies (esto último me excitó sobre manera) luego subió besando las piernas, al llegar a los muslos sentí un estremecimiento que me hizo erizar por completo. Continuo avanzando hasta la pelvis, y con su lengua lamia una de mis zonas más erógenas, humedeciendo mi piel al pasar a medida que ascendía suspendiendo mi cuerpo en el aire dejándole saber mi goce.
Prosiguió dando besos por mi panza y ombligo, y como una estrella fugaz pasó por mis senos succionándolos al pasar, embriagándome de lujuria para luego escalar hasta el cuello donde se alojó el tiempo suficiente para enardecer por completo y así, ya con la timidez de lado arremetí sobre su tanga hasta despojarla de ella.
Guille viró sobre mí induciendo su vagina a merced de mi boca. Mi excitación estaba a punto de eclipsar, pero igual me tomé el tiempo necesario para disfrutar al máximo de ese primer contacto íntimo.
Me apoyé sutilmente sobre su pelvis e inhalé el olor que desprendía su sexo, mmm ¡que rico! “lo disfruté” recordaré su perfume por la eternidad.
Cuando sentí su boca y su lengua estimulando mi vagina hundí mi cara en la suya, estaba terriblemente “empapaba”, su sabor era más bien dulzón, agradable y excitante, muy por el contrario de lo que Yo me imaginaba que sería.
Al cabo de unos minutos y luego de unos cuantos lameteos por fuera y por dentro, puse mi lengua rígida y comencé a jugar con ella en un “mete y saque” constante, a la vez que con un dedo estimulaba en círculos su clítoris. Creo que por mi inexperiencia no lo hice tan mal, porque su cuerpo se estremecía de forma descontrolada, repercutiendo en cada una de sus extremidades.
Producto del terrible orgasmo que fui capaz de generarle y al compas de aquellos movimientos lujuriosos lanzaba gemidos insospechados, entregándome su néctar que no dude en devorar con pasión como una experta lesbiana.
– Milagros, no te imaginaba haciéndolo tan bien, realmente me sorprendiste –
– pierde cuidado, tampoco yo me reconozco, me alegra saber que no te defraudé, tenía miedo de no saberlo hacer –
– sinceramente Mili y no te agrandes con lo que te voy a decir, pero estuviste fantástica –
Luego de los halagos me sentí plena, haber gozado con ella, y haberla hecho gozar, fue una experiencia “sublime”.
Nos acomodamos en la cama apoyándonos en la almohada y mirándonos fascinadas deliciosamente nos comenzamos a besar con todo el sabor del néctar de la otra, entremezclándose dentro de nuestras bocas.
Tantos besos de lengua y tantos manoseos no pudimos no menos que volver a calentarnos.
Guille volvió a tomar la iniciativa comenzando a jugar en mis senos con su boca, el clima se fue calentando y nos volvimos a entregar por completo, solo que esta vez no acabamos en la boca de la otra.
Para mi sorpresa fue exquisitamente inesperado.
Montándose encima de mí despegó mis piernas con sus manos hasta dejarlas separadas entre sí, luego apoyó su cuerpo moviéndose para un lado y para otro buscando con exactitud el roce de nuestros clítoris, conjuntamente con sus manos alcanzaba mis pezones y los retorcía provocándome un “dolor” placentero, en cambio yo con mis manos presionaba su bonito trasero cooperando para que la fricción resultara más intensa, en cambio ella era quién tenía el mando de la situación, la comodidad de estar arriba le permitía dominar el frotamiento a su antojo provocando una excitación extra.
Fue una experiencia inmejorable, percibir ambos clítoris totalmente endurecidos y expuestos agitándose entre sí es un placer “inigualable” difícil de explicar y de comprender, solo lo pueden apreciar aquellas que lo hayan experimentado.
No sé si fue por lo novedoso ¡ó qué! Pero “ese” fue indudablemente el mejor orgasmo de mi vida.
En ese instante se tumbó a mi lado, extasiada, cobijándose en mí apoyó su cabeza sobre mi pecho pudiendo advertir el descenso de los latidos de su corazón todavía agitado. Una extraña sensación me embriagó, siendo yo aún una pendeja me sentí capaz de poder contenerla, viendo a Guille tan grande (físicamente y de edad) acurrucada sobre mi pequeño cuerpo me dio la impresión de que buscaba algo más que pasar un buen rato, cerré los ojos y dejé fluir aquellas imágenes sueltas que comenzaban a rondar por mi mente como una película de futuras situaciones en la que nos tenía como protagonistas principales de la historia.
El silencio de la madrugada era absoluto, sólo nuestra respiración y algunos suspiros eran testigo de nuestra primera ¿noche de amor? Mientras yo acariciaba su cabeza y jugaba con sus rulos, ella pasaba sutilmente sus dedos por mi abdomen, dibujando imaginariamente ¡vaya a saber qué!
Al despertar por la mañana me encontré sola, Guille ya no estaba, me vestía cuando escuché ruidos que provenían de la cocina, fui caminando en puntitas de pies, me aparecí descalza y en tanga.
– ¡hola bebe! ¿Cómo amaneciste? – (recibiéndome con una gran sonrisa)
– ¡súper bien! –
Puso en mi mano un vaso de jugo de naranja y simultáneamente me estampó un beso intenso, haciendo mi cuerpo vibrar.
Vestía un conjunto verde manzana de short y musculosa, femenina y sensual como pocas, el cabello mojado semirecogido despejando su rostro, estaba simplemente hermosa.
Le pedí permiso para darme una ducha ligera mientras ella terminaba de preparar el desayuno.
Al regresar me esperaba sentada en la mesa mientras chequeaba el correo electrónico en la notebook.
Me sentí muy cómoda a su lado tanto que hasta el día de hoy no he vuelto a dormir en mi cama.
Hasta hace unos días atrás podía decir que estaba segura de mi heterosexualidad, pero todo cambió desde que la conocí a ella, mi vecina del 4to “b”.
Pido disculpas por no haber publicado antes esta última parte, en verdad no había podido terminarlo, anduve muy complicada con mi vida personal y no me quedaba tiempo para sentarme a escribir.
Espero que lo hayan disfrutado, sepan que a mí me gustó mucho escribir este relato desde la primera oración hasta la última.
Muchos me hacen llegar por otros medios que no saben como comentar acá, bueno, ahí va la explicación.
Al pie de cada RELATO a la derecha dice: DEJAR COMENTARIO , al clikear allí aparece la pagina donde les permitirá dejarlo.
Prometo actualizar más seguido el blog, tengo muchas cosas para contarles.
Besos y abrazos para todos. Gracias por pasar a las 12oo personas por día que visitan este blog.