El Camionero

Estándar

Sabrina venía de varios fracasos amorosos.
Cansada de eso fue entonces que decidió dejar de esperar al hombre indicado, y empezó a disfrutar del sexo ocasional.
Lo que voy a narrar a continuación le ocurrió en una ocasión que tuvo que viajar por un trámite, a una localidad vecina; llamada Quequén, ella no contaba con movilidad, ni tampoco con dinero como para afrontar el costo del boleto; así que decidió madrugar e ir a la ruta y hacer dedo.

Fue así como conoció a Juanjo; un transportista que venía de la ciudad de Benito Juárez trasladando cereal hacia puerto Quequén.
Él un morocho simpático, de unos cuarenta y tantos. Ella; 26 años, no era linda, pero si llamativa; con algunos kilitos de más, muy bien distribuidos.
Juanjo le señaló el equipo de mate y la desafió a cebar durante el viaje… Ella aceptó encantada, y se galardonó de ser buena cebadora. “Risas de parte de ambos” y la charla fluyó naturalmente… Pegaron muy buena onda y hasta se intercambiaron los números de teléfono.
Una vez que llegaron a destino; se saludaron con un beso en la mejilla, cruzaron miradas pícaras y se sonrieron… Prometieron escribirse durante el transcurso del día, por si coincidían para el regreso.

Una vez que Sabrina terminó con lo que debía hacer se fue al centro a mirar vidrieras, y para hacer tiempo a que Juanjo le avisara que ya había dejado la carga, o en caso contrario tendría que hacer dedo para regresar…
Ya cansada de caminar y con hambre entró a un bar a comer y tomar algo.
Rato más tarde le entra un mensaje de Juanjo en el que le comentaba que en el puerto lo habían rechazado y tenía que quedarse hasta el día siguiente. Acto seguido le llega un segundo mensaje invitándola a reencontrarse y compartir otros mates.
Le mandó la ubicación y salió a su encuentro.
Al llegar lo encontró preparando el mate. Ni bien se subió al camión y cerró la puerta, sin casi dejarla acomodar en el asiento la sorprendió con un beso, le comió la boca y ella lo recibió con misma intensidad. Luego del intercambio de salivas se tomaron unos mates mientras se contaron lo que habían hecho en el transcurso del día. La volvió a besar y puso en marcha el camión, fueron en búsqueda de una calle tranquila, frente a un río brillante por el sol de las aguas calmas del mismo, regalándoles una bella postal.
Una vez que se detuvieron en ese lugar comenzó “la fiesta”; se comían con solo mirarse, inmediatamente se pasaron a la parte de atrás, (la famosa cucheta) y ahí la llama del deseo se encendió a pleno…
El camionero le arrancó la ropa torpemente, desesperado, como si el tiempo los corriera… le hizo a un lado la tanga, y bajó a su sexo, el cuerpo de ella no paraba de corcovear, como resultado de ello tuvo un par de increíbles orgasmos.
La puso en cuatro y le dio unas nalgadas. Estaba extremadamente excitado y hasta ese momento continuaba vestido, solo se había sacado las zapatillas, y en un abrir y cerrar de ojos revoleó su ropa, y quedó desnudo dejando evidencia de su «gran» calentura.
Comenzó a frotarle la pija por el trasero, rozando también la vulva, (ella se deleitaba con cada frotada) El pobre hombre no daba más, ese culo invitaba a ser penetrado, y se la mando de lleno. Ella esbozó un quejido de dolor, pero no lo detuvo, y a él eso lo excitó mucho más, y más duro le daba, mientras con la otra mano jalaba su melena cobriza.
Era más que obvio que ese culo estaba entrenado.
Èl; permanecía arrodillado, agarrado de ella, observando cómo su pene entraba y salía del hoyo de su compañera, y no se tardó en liberar la calentura contenida, acabando dentro de ella.
Se acostaron uno al lado del otro, relajados, y expresan lo rico que la estaban pasando.
Juanjo se prende un cigarrillo y le ofrece a ella, y se quedaron tendidos y en silencio…
Antes de pegar las últimas pitadas la empezó a acariciar suavemente…
Y la mano traviesa de ella hurgaba en la entrepierna de su amante ocasional, probando la reacción; buscando un segundo round.

Para su sorpresa el muchacho era de rápida recuperación, su virilidad resurgió y dio para continuar…
Ella bajó su mano hasta la base del tronco, lo rodeo, y apretó lo suficiente como para poder sentir su firmeza; (lo miró, se entre mordió los labios y se relamía, provocándole) Sin soltar su falo que a esa altura estaba duro como una roca, comenzó a jugar rozándolo fugazmente con la punta de lengua, por el glande, por el frenillo y a medida que iba bajando oprimía un poco más con su mano, sin embargo, el movimiento de su lengua continuaba lento y muy excitante, tanto que eso lo puso loquísimo… (el chabón quería que se la comiera entera), “déjame hacerlo a mi manera”, le dijo; haciéndolo desear, más luego bajó y la dejó perder en su boca y le dio una regia mamada.
Se incorporó y cambio de posición, dejándose caer cuidadosamente sobre su herramienta; para entonces ella estaba empapada, se movía para un lado y para el otro, subía, bajaba mientras el jugaba con las tetas, le pellizcaba los pezones, (la vuelve loca que se los estrujen, cuanto más: mejor)
Èsto aceleró sus ganas de llegar al climax, movía sus caderas ejerciendo presión sobre la pelvis de su compañero que entre sollozos gemidos acaban al mismo tiempo.
Quedaron exhaustos de placer, ambos sorprendidos por la química sexual que habían tenido entre besos y sonrisas se vistieron, y le pidió que se quedara con él hasta el día siguiente, y ella aceptó entusiasmada previendo que les esperaba una noche a puro sexo…

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